“LA EXPEDICIÓN ESPAÑOLA A ESCOCIA DE 1719”
CAPÍTULO. II
3.- EL ENVÍO DE TROPAS. ¿UNA NUEVA ARMADA INVENCIBLE?
El 7 de marzo de 1719, una flota formada por 21 navíos en los que viajaban 5000 soldados, 300 caballos, 30.000 mosquetes, municiones, petrechos, etc…, salió de la costa de Cádiz en dirección a La Coruña, donde les esperaba el duque de Ormonde para embarcar como Capitán General del Rey de España en esta misión, con el fin de que, una vez en suelo inglés, declarar en nombre de su Católica Majestad su resolución de restaurar en el trono de Gran Bretaña a Jacobo Estuardo. Mientras, el 9 de marzo −en otras fuentes consultadas se habla del día 10−, el pretendiente Estuardo desembarcó en Rosas (Cataluña), tras un accidentado periplo en el que las tormentas y la persecución de navíos ingleses habían convertido su viaje en un calvario: sufrió fiebres y mareos durante la travesía y tuvo que disfrazarse para pasar desapercibido. Pero, una vez llegó a Madrid, su humor cambió gracias al recibimiento que se le dispensó en la capital, en la que fue tratado con honores reales y alojado con todas las comodidades en el Palacio del Buen Retiro.
El mismo día, la pequeña fuerza de distracción al mando del Earl Marischal partía desde el puerto de Pasajes, en Guipúzcoa, rumbo a tierras escocesas. Las dos fragatas, llamadas “San Francisco” y “Galga de Andalucía”, llevaban a bordo un contingente de infantería española (307 hombres en total), unos 2000 mosquetes, pistolas y munición para armar a los clanes.
En cuanto al contingente de soldados españoles que viajaban en las fragatas, hay que hacer un inciso debido a un error que ha ido extendiéndose a lo largo del tiempo, posiblemente de la persona que, en primera instancia, escribió la crónica de lo sucedido en Glenshiel y que se ha ido copiando una y otra vez con el paso de los años. En esta crónica se atribuye este hecho de armas al Regimiento de la Corona o a tropas de Infantería de Marina Española. En realidad, el regimiento que tomó parte en esta aventura y que consiguió llegar a tierras escocesas, fue el Regimiento Galicia, en concreto, el 1º batallón del Regimiento Galicia al mando del teniente coronel don Nicolás de Castro y Bolaño. Junto a él, al mando de la 2ª compañía del 1º batallón del Regimiento Galicia, se encontraba el sargento mayor Alonso de Santarem.
En algunas fuentes consultadas se dice que la persona al mando del regimiento español que acompañó al Earl Marischal fue don Pedro de Castro. Pero don Pedro no era marino. En cumplimiento de la verdad diremos que, aunque sí era el coronel del Regimiento de Infantería Galicia, él no iba en la expedición, sino su teniente coronel don Nicolás Bolaño.
Una vez aclarado el inciso y volviendo a los hechos que nos ocupan, tenemos que referir lo que ocurrió al grueso de las tropas que habían salido de Cádiz el 7 de marzo:
El día 29 de marzo, cuando se dirigían a La Coruña, una gran tormenta junto al cabo Finisterre azotó a las embarcaciones durante cuarenta y ocho horas ininterrumpidas, y las dispersó. Esto hizo que muchas naves acabaran dañadas y que una gran parte de los suministros, materiales y caballería, tuviera que ser lanzadas al mar en aras de la conservación de las embarcaciones para poder devolverlas a la península.
De nuevo, como ocurrió con la “Armada Invencible” en tiempos de Felipe II, el mar se interpuso en las aspiraciones gloriosas de los españoles.
Mientras, el 4 de abril, las dos fragatas que habían salido de cabo Pasajes, llegaron a la isla de Lewis, en la costa occidental escocesa.
4.- LA LLEGADA A ESCOCIA.
4.1.- Stornoway.
Cuando las fragatas arribaron a la isla de Lewis, parte del feudo del clan MacKenzie, al Earl Marischal George Keith le aguardaban noticias desagradables. Su hermano James, que bajo las ódenes de Ormonde había viajado a Francia para advertir de los planes de la expedición a los líderes jacobitas exiliados, se encontró con el desacuerdo de estos en relación a quién debía ostentar el mando en Escocia, sobre todo por parte del Campbell de Glenderuel quien, por ambiciones personales, prefería que fuera William Murray, marqués de Tullibardine, el que estuviera al mando de la operación, porque unos años antes el rey lo había nombrado comandante en jefe del ejército escocés.
Cuando James Keith llegó a Stornoway, capital de la isla de Lewis y primera base de operaciones del contingente llegado a Escocia, informó a su hermano George de las pretensiones de Tullibardine.
Ambos, Keith y Tullibardine, se reunieron en Stornoway junto al 5º conde de Seaforth, lider de los MacKenzie, y se discutió la cuestión del mando de las operaciones. Finalmente, el Earl Marischal entregó el mando de las tropas a Tullibardine, reservando para sí el gobierno de las dos fragatas ya que el propio Alberoni le había confiado su comandancia.
4.2.- Eilean Donan
Tras las conversaciones mantenidas entre los grandes jefes escoceses, de mutuo acuerdo, el 13 de abril cruzaron a la península, desembarcando a orillas del loch Alsh. Mientras, se había estado deliberando sobre la posibilidad de efectuar un ataque a Inverness, la capital de las Tierras Altas de Escocia. George keith era partidario de atacar para aprovechar el factor sorpresa pero Tullibardine y Glenderuel, más conservadores, preferían aguardar noticias de la flota de Ormonde.
Lo mismo ocurrió con los jefes de los clanes; debido a anteriores descalabros, preferían ser prudentes antes de adherirse a la causa y esperaban la noticia de la llegada a suelo británico del grueso de las tropas españolas comandadas por Ormonde.
Finalmente, Keith desistió del plan de atacar Inverness y se dirigieron al castillo de Eilean Donan, propiedad de los MacKenzie, una fortaleza enclavada en una lengua de tierra que separaba loch Long de loch Duich, y donde establecieron su base a la espera de noticias de España. Allí, algunos jefes de clanes con sus hombres, como Clanranald o el Cameron de Lochiel, se unieron a la causa.
Un tiempo precioso se perdió en discusiones entre el Earl Marischal y el Marqués de Tullibardine (se dice incluso que estaban tan enfrentados que, para no verse más de lo necesario, separaron sus respectivos campamentos a unas dos millas uno del otro), hasta que llegaron las noticias desde España: la flota comandada por Ormonde había sido abatida por una tormenta y nunca llegaría a Escocia. Aun así, se les exhortaba a seguir recabando apoyo de los clanes por si de alguna manera se conseguía retomar el plan.
Los líderes jacobitas volvieron a reunirse para decidir sus próximos pasos a seguir: Tullibardine era partidario de embarcar y volver a España; pero Keith, al mando de las fragatas, las había enviado de vuelta a España días antes para evitar que fueran bloqueadas y destruidas por el enemigo (como veremos más adelante, fue una idea acertada).
Por todo ello, el pequeño contingente español se quedó solo en una tierra hostil y desconocida.
Tras varias discusiones más, se decidió marchar hacia el sur y establecer otra base en el Crow of Kintail, para intentar conseguir más apoyo de los clanes. Pero muchos de ellos, en vista de las noticias llegadas desde España y el fallido intento de anteriores revueltas, ya que temían ser despojados de su forma de vida y sus bienes, como ocurrió en 1715, decidieron no adherirse al plan.
Mientras, en la fortaleza de Eilean Donan, quedaba una pequeña guarnición de soldados españoles (entre 45 y 48, según las fuentes que se consulten).

4.3.- El ataque a Eilean Donan.
Por aquellos entonces, las fuerzas británicas ya estaban al tanto de la invasión, por lo que deciden reforzar la guarnición de Inverness al mando del mayor general Joseph Wightman y enviar una serie de buques de la Royal Navy a patrullar y bloquear la zona de la costa oeste de Escocia: el Worcester, de 50 cañones; el Enterprise, de 40; el Flamborough, de 24; el Assistance, de 50; y el Dartmouth, también de 50 cañones.
El Assistance y el Dartmouth se dedicaron a patrullar la costa norte de la isla de Skye; mientras, el resto se fueron introduciendo en el loch Alsh y recorrieron la parte desde donde se podía vigilar la fortaleza de Eilean Donan. Allí, no tardaron en descubrir la presencia de tropas extranjeras, ya que la bandera roja y blanca de España ondeaba junto a la de los MacKenzie.
Era el 10 de mayo.
El comandante de la flotilla, el capitán Charles Boyle, hizo un intento de parlamentar con la guarnición de la fortaleza pero, cuando un oficial enviado desde el Worcester para parlamentar se acercó con un pequeño bota a tierra, fue recibido por los disparos desde las almenas del castillo, por lo que fue imposible que desembarcara.
Poco después, las fragatas británicas comenzaron a bombardear la fortaleza. En muchos lugares de las fuentes consultadas, se estima la hora del ataque sobre las ocho de la tarde del 10 de mayo. Sin embargo, tras realizar una lectura de los cuadernos de bitácora de los comandantes del Worcester y el Flamborough, esto no queda tan claro, ya que dan a entender que el bombardeo comienza por la mañana y dura todo el día.
Sea como sea, la guarnición del castillo acabó rindiéndose a los ingleses. En total quedaron: “un mercenario irlandés, un rebelde escocés, un capitán, un teniente, un sargento y 39 soldados españoles”. Además, requisaron 343 barriles de pólvora y 52 barriles de munición.
Según el cuaderno de bitácora del capitán Boyle, un desertor español les informó de la ubicación de otro lugar donde se guardaban más barriles de pólvora y munición. Se ordenó entonces al Flamborough que fuera a comprobarlo pero, cuando se acercó al lugar, los rebeldes prendieron fuego a la casa que mantenía oculto el material y la hicieron saltar por los aires con todo su contenido.
Unos días después del comienzo del ataque, los marinos ingleses utilizaron parte de la pólvora para terminar de inutilizar la fortaleza como refugio rebelde, demoliendo los antiguos muros de piedra del castillo.
Los prisioneros españoles fueron enviados en el Flamborough a Leith, en Edimburgo.
Como anécdota, comentar que una de las leyendas de la zona (a las que los escoceses son tan aficionados), cuenta que el fantasma de uno de los soldados españoles que murió en el ataque de Eilean Donan, sigue recorriendo la fortaleza. Hoy en día, Eilean Donan pertenece al clan MacRae: el teniente coronel John MacRae-Gilstrap la compró en 1911 y se dedicó durante aproximadamente dos décadas a devolverle su antiguo esplendor.